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El Control: sombra y regalo en el liderazgo

2. junio 2025 / Coaching y autoconocimiento

En el marco de The Leadership Circle, la dimensión del Control representa uno de los pilares del sistema reactivo. A menudo se asocia con comportamientos exigentes, perfeccionistas o autoritarios. Pero, como toda dimensión del liderazgo, el Control no es simplemente una debilidad que superar: también es una puerta hacia talentos profundos cuando se cultiva con conciencia.

Esta dimensión nos ayuda a entender hasta qué punto vinculamos nuestra valía personal y seguridad interna con el logro, el rendimiento y la capacidad de influencia. Se manifiesta en cuatro subdimensiones:

  • Perfecto: búsqueda constante de impecabilidad.
  • Sobre-exigido: presión interna (y externa) por superar siempre los estándares.
  • Ambición: orientación al logro con una fuerte carga competitiva.
  • Autocrático: tendencia a ejercer control y dirección unilateral.

Cuando la puntuación en esta dimensión es alta, suele reflejar una necesidad de dirigir para sentirse seguro, competente o admirado. Llevado al extremo en esta estrucutra, el mundo se percibe como un campo de batalla entre ganadores y perdedores, donde solo sobreviven los más fuertes y aquellos que más destacan.

Algunas de las creencias que lo sustentan

Las raíces del Control están en nuestras suposiciones internas. Algunas de las más comunes son:

  • “Debo hacerme cargo si quiero que algo salga bien.”
  • “Solo si triunfo me sentiré valios@.”
  • “Fracasar equivale a perder el respeto.”
  • “Ser menos que perfecto me hace vulnerable.”
  • “El mundo premia a quienes mandan, deciden y destacan.”

Estas creencias generan comportamientos visibles: competitividad, exigencia extrema, deseo de perfección, autoridad marcada y una alta presión por rendir 

El lado luminoso del Control

Desde fuera, estas actitudes pueden parecer duras o rígidas. Sin embargo, si miramos con atención, veremos que elControl también puede traer regalos valiosos. Incluso operando desde la reactividad, hay una serie de valores subyacentes que, cuando se transforman con consciencia, se pueden convertir en auténticas fortalezas:

  • Mejora continua: El perfeccionismo puede convertirse en un amor genuino por el aprendizaje y la excelencia.
  • Aceptación auténtica: Detrás del juicio hay una aspiración profunda a relaciones reales y sin máscaras.
  • Ambición saludable: La necesidad de destacar revela un deseo de dejar huella y aportar valor verdadero.
  • Energía vital: La intensidad reactiva habla de una pasión y compromiso que pueden inspirar a otros.
  • Servicio e influencia: A veces controlamos porque, en el fondo, queremos ayudar. Cuando lo hacemos desde el respeto, podemos liderar con impacto.
  • Integridad y coherencia: La rigidez encierra un profundo anhelo de actuar en consonancia con los propios valores.
  • Visión movilizadora: Aun si se impone, el líder controlador suele tener una visión poderosa que, bien canalizada, puede transformar sistemas.

Asi pues, no se trata de eliminar esta dimensión, sino de hacerla consciente, abrazarla y madurarla. Cuando dejamos de usar el Control para protegernos o validarnos, y lo integramos como una expresión de nuestro propósito, se convierte en una fuente de claridad, dirección y servicio.

En el viaje del liderazgo, el Control puede ser un obstáculo… o una semilla. Depende de cómo lo cultivemos.